Un láser típico consta de tres elementos básicos de operación. Una cavidad óptica resonante, en la que la luz puede circular, que consta habitualmente de un par de espejos de los cuales uno es de alta reflectancia (cercana al 100%) y otro conocido como acoplador, que tiene una reflectancia menor y que permite la salida de la radiación láser de la cavidad. Dentro de esta cavidad resonante se sitúa un medio activo con ganancia óptica, que puede ser sólido, líquido o gaseoso que es el encargado de amplificar la luz. Gracias a nuestros sistemas de grabado láser CO2, podemos grabar cualquier dibujo o identificación en una gran variedad de materiales, madera, goma, vidrios, piel, etc.